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Caminemos hacia la coparticipación
La familia somos la institución cultural que recibe al recién nacido, el grupo humano más estable en el que el sujeto desarrolla su vida, el primer y principal agente de educación y socialización y por tanto el agente educativo más poderoso. Como profesorado, no debemos perder esto de vista ya que ambos, las familias y la escuela, tenemos un objetivo común; educar a la persona, respetando su unicidad, de forma coherente y sostenida.
En el papel, léase normativa, programaciones generales, incluso discurso profesional, está más que superada la idea de que la escuela es la encargada de la educación instrumental e intelectual de las/los niñas y la familia la responsable de la transmisión de los valores y actitudes propios de sus sociedad. Pero la realidad es que, salvo notables excepciones (como son las Comunidades de Aprendizaje o centros en los que, al margen de la metodología utilizada, la relación es estrecha) no acabamos de funcionar en la práctica como una verdadera Comunidad Educativa, ni tenemos claro cuáles son nuestras funciones y deberes en ésta.
Por ser justamente, la primera y más genuina instancia educadora, la legislación insta a suscitar y favorecer la implicación y la CORRESPONSABILIDAD ACTIVA de la familia. Pero, ¿sabemos cómo hacerlo? ¿Estamos realmente formadas y preparadas, para esta tarea? Hay varias formas o caminos por los que la familia puede participar en el Centro;
Participación institucional; Consejo escolar, Comisiones, Asociaciones de madres y padres, etc.
Intercambio informativo; es muy importante que la familia acuda a las reuniones tanto individuales como grupales que el Centro propone. Es el nivel más básico de colaboración pero no el menos importante, en ese “tú a tú” con el profesorado se gestará la acción educativa concreta y particular para cada niña y cada niño.
Implicación directa; cada vez son más habituales, y a mi juicio, muy necesarias, las escuelas de familias, lugares de encuentro y desahogo en los que compartir y resolver dudas. Igualmente, en las Comunidades de aprendizaje, la participación familiar es regular, estable y forma parte de la metodología de trabajo con el alumnado. Además podemos enriquecernos de la participación familiar también en momentos puntuales como son los Periodos de adaptación y Cambios de etapas, la Fiestas escolares, Actividades concretas para talleres de lectura, cocina, profesiones, etc.
Debemos caminar de la mano hacia una coparticipación. Y aquí es fundamental nuestra tarea como orientadoras ya que somos uno de los principales agentes dinamizadores, junto al Equipo directivo, y tal y como nos marca nuestra normativa, una de nuestras funciones es promover la cooperación entre escuela y familia para una mejor educación del alumnado.
A menudo los estudios nos dicen que a mayor implicación familiar, mayor probabilidad de éxito escolar. Está claro que de una forma u otra, familia y escuela debemos ir de la mano en pro del desarrollo integral de nuestras hijas e hijos y alumnas y alumnos. Pero ¿qué entendemos por implicación? y ¿qué entendemos por éxito?…éstas y otras cuestiones trataré de ir desgranando en mi Cuaderno de Bitácora, pues este portal pretende ser un lugar de reflexión, de información y de compartimento entre toda la Comunidad Educativa.
“Raíces y alas, pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”
