Los elefantes tienen una memoria prodigiosa

12 de agosto, día mundial de los elefantes. Los elefantes tienen una memoria prodigiosa. Viajan cientos de kilómetros al año. Deben recordar los caminos que han seguido y, sobre todo, los sitios en la sabana e incluso el desierto donde hay agua. Los pozos pueden estar separados más de sesenta kilómetros unos de otros. Los elefantes poseen un sentido maravilloso de la orientación. Recuerdan año tras año (a lo largo de sus setenta de vida) la situación exacta (con menos de 1m de error) de cientos de pozos naturales de agua. Además, les basta con haber estado sólo una vez en su vida en cada uno de los pozos.

Poseen también una gran memoria social. Cada uno de ellos reconoce a más de cien elefantes, tanto de su grupo como de los próximos.

Las madres elefantes son muy cuidadosas

Las madres elefantes son muy cuidadosas. Una manada de elefantes está compuesta únicamente por hembras y crías bajo el liderato de la hembra más vieja y es altamente cooperativa. Las madres comparten su leche. Las crías disponen de madres auxiliares (“tías”) que vigilan el sueño del bebé mientras la madre descansa tras el parto. Los bebés elefantes, como los humanos, saben muy poco por instinto. Nacen sólo con un 35% de su cerebro adulto, el porcentaje más pequeño de todos los animales. Deben aprender casi todo lo que necesitan para vivir.

Un elefante nunca olvida a quién le ha hecho daño. Cuando un elefante muere, los demás miembros de su clan (y de otros próximos) visitan al cadáver y lo tocan. Lo rodean y emiten sonidos de duelo durante varios días. Durante años observarán los restos esqueléticos con atención. Cuando una manada de elefantes pasa por el lugar donde murió un miembro suyo, se detienen y exhiben signos de reverencia. Éstas son conductas que sólo los elefantes comparten con los humanos. Y este es mi especial homenaje, hoy 12 de agosto día mundial de los elefantes.

De ahí mi pasión por los elefantes

Lo más cerca que he estado de un elefante en mi vida, ha sido en el zoo y en el circo, cuando todavía no tenía ni la edad ni el criterio suficiente para ser consciente de lo antinatural de la situación. Y ese “darme cuenta”, esa toma de conciencia me ha acompañado personal y laboralmente desde hace doce años. Siempre he sido una mujer crítica y reivindicativa, pero al quedarme embarazada de mi primer hijo e informarme sobre la atención al parto en nuestro país, se abrió ante mí toda una realidad desconocida que me impulsó a encaminar mi energía hacía las acciones que me ocupan hasta ahora.

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